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Ana Villalta

ana villalta

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8 de octubre de 2013,

Por Ana Villalta 

La historia se repite unos meses después y durante tres días, los estudiantes de Bachillerato y segundo ciclo de secundaria han decidido y firmado “no asistir a clase” para que se de marcha atrás a los recortes y se retire el anteproyecto de Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE).

En esta segunda “semana de lucha” según los sindicatos de estudiantes, pues la primera fue el pasado mes de octubre, se vuelve a paralizar la asistencia a clase durante 72 horas de “protestas” que en La Línea, no han existido.

Mañana jueves –último día de paro- parece que la CEAPA (Confederación Española de Padres y Madres de Alumnos), lo entiendo así por lo publicado en distintos medios de comunicación, pues como madre no he conocido la convocatoria, ni las causas, ni las fechas, ni las opciones, ni las movilizaciones, nada mas que por la prensa. Nada de nada a través del centro escolar, ni el AMPA. Ningún tipo de comunicación ni ninguna convocatoria a manifestación programada.

He comprobado que los alumnos –aún con quince años- fueron informados en clase el pasado viernes, de la posibilidad de firmar un documento para contabilizar el porcentaje que apoyaba una huelga “no ir a clase” durante tres días y que si el 5% votaba a favor, se suspendían las lecciones y no se avanzaría temario. Y es que, protestar no han protestado ni se han manifestado en ningún punto de la ciudad pero las clases sí que las han perdido porque, de una media de 30 alumnos por clase con que firmen dos, finito, vacaciones tres días y el que haya salido por el centro de la ciudad estos soleados días ha podido comprobar que las plazas y mercadillos estaban repletos de juventud… sin clase.

No se puede jugar así con la formación ni con la información.

Educar es también enseñar a reivindicar sus derechos, por supuesto, pero a hacerlo con todas las consecuencias. Si los alumnos menores necesitan una firma y consentimiento in situ para poder acudir a una visita médica o ser recogidos por un tutor antes de la última hora si falta un profesor y no avanzarán teoría, ¿Por qué para suspender las clases – con o sin razón- pueden decidir ellos solos y además romper el ritmo de un trimestre corto y con un puente a final de mes? ¿Por qué los padres no hemos sido informados en tiempo y forma para apoyar o no, según cada cual, estas reivindicaciones? ¿Por qué las protestas no se hacen en la calle un sábado por la mañana cuando hay afluencia de público en los comercios y mercados y se explica a todos el porqué de las reivindicaciones?
Si los que reclaman y requieren atención no son capaces de seguir un protocolo de comunicación, “malament” como diría aquel.

Si los que exigen derechos no saben ganarse al personal y ponerlos de su lado, complicado lo tenéis porque, para exigir hay que cumplir y eso señores, lo da la Educación.

Para formar hay que informar. Para ser mejor de lo que criticamos hay que sacar ventaja al criticado y no caer en sus formas. Para ganar hay que plantear, planear  y aglutinar sin enfrentar.

Para vencer esta guerra tienen que triunfar en todas las batallas y con estos modales, no vale.

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