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23/02/18 «El Articulista» de COPE hoy: José David Muñoz Oliva

José David Muñoz Oliva - El Articulista (2)


Por José David Muñoz Oliva,

La Línea de la Concepción a 23 de Febrero de 2018

“La muerte forma parte de la vida, por lo que no hay que temerla, sino amarla”

El 26 de de marzo de 2015, un joven marbellí de tan solo 18 años, se daba de bruces con la madurez. Aquel día el mismo le dijo a su padre “Papá, aquí se acaba mi infancia, aquí dejo de ser un niño”

Fue entonces cuando la palabra leucemia, pasaba a formar parte de la vida de Pablo Ráez. Meses de aislamiento, dos trasplantes de médula, duros tratamientos, cegueras temporales…Pablo, el monaguillo de la Encarnación, el joven deportista “siempre fuerte”, lanzaba a las redes sociales su dolor convertido en sonrisa y mensajes de fortaleza y esperanza.

Ante él, una sociedad perpleja contemplaba como este chiquillo malagueño, daba gracias por la enfermedad, nos hablaba de lo aprendido del dolor, lo reflexionado en la oscuridad y silencio. “La leucemia me ha dado más, de lo que me ha quitado” decía.

Pablo aprendió a identificarse con el sufrimiento de los demás. Aprendió a respirar y mirar el mundo, dando gracias por cada segundo de vida, por cada caricia del aire. Cada día era único e irrepetible, había que vivirlo sin preocuparse por el mañana.

Su llamada a la donación de médula, nunca fue un reclamo personal y egoísta, sino que siempre pensó en todas las personas que vivían a la espera de un gesto solidario.

La llama de la vida de Pablo no se apagaría, sin antes haber prendido el fuego de la solidaridad en miles de personas de toda España.

El gesto de “Siempre fuertes” , traspasó Andalucía incluso las fronteras del país. Todas las comunidades autónomas experimentaron un espectacular incremento en la donación, llegando a crecer en un 1000% en Málaga, e incluso al 1400% en Canarias.

Nunca quiso que su vida se mirase como una historia triste, sino como una historia de superación y fuerza. Nos enseñó como la palabra miedo, perdía su efecto y sentido cuando se vencen las dudas y se mira a la vida de frente, por amor a uno mismo y por amor a todo lo que nos rodea.

Nunca pidió un aplauso, nunca pidió ser centro de atención. En una ocasión confesaba, que llegaba a sentirse avergonzado por la atención recibida cuando habían muchas personas como él, o en situaciones peores que no recibían tanto apoyo y atención. Pero ya era tarde, Pablo se había convertido en bandera de una causa por la cual todos debemos estarle agradecidos.

El próximo domingo 25 de febrero, se cumplirá un año de la partida de Pablo, un año en el que su testimonio y legado no ha hecho nada más que crecer.

Cuando Pablo hablaba de la muerte, de su muerte, la citaba con una sonrisa, incluso se emocionaba porque sabía que para él sería algo bello. Decidió pasar sus últimos días en casa, rodeado de sus seres querido, donde según su padre, se convertía en “Maestro” ya que no cesó de dar ejemplo hasta el fin.

Una vez más, el Amor venía a darnos una gran lección desde un hogar sencillo. Su vida y su planteamiento ante la adversidad, hoy se citan en universidades, numerosos gabinetes de psicología y firmas de coaching.

Llega el aniversario de su muerte, llegarán los homenajes, las placas, los recuerdos, los reportajes, ofertas de libros o películas…pero tengan una cosa en cuenta: si usted realmente quiere realizar un homenaje a Pablo, acérquese a su Centro de Salud y done médula. Pablo sigue vivo en cada enfermo de leucemia y en cada corazón que se ofrece a donar.

Gracias Pablo por tu testimonio de vida, esperanza, fe y fortaleza.

“Demos más sonrisas, demos más abrazos, demos más paz, demos la mejor versión de nosotros mismos. “ Pablo Ráez, D.E.P.

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