Algeciras, 23 de marzo 2018

En menos de un mes hemos pasado de imaginarnos un verano entre cortes de agua continuados por la sequía, a ver cómo se desbordan los ríos entre borrasca y borrasca. Y claro, con tanta agua fluyendo tenía que llegar ese ansiado acontecimiento: la vuelta a la vida de la Plaza Alta de Algeciras. Y sí, digo Plaza Alta porque su fuente maltrecha, que se construyó en 1934, era y es su punto neurálgico para lo bueno y lo malo.

Han sido años de letargo. Meses y meses en los que los algecireños hemos echado la mirada a otro lado al pasar, para evitar tragarnos la vergüenza de ver morir el punto de partida del turismo de esta tierra. Una fuente moribunda, sucia y rota. Desde anoche al fin el curso de la historia cambió. Ayer faltaron fuegos artificiales para celebrar su puesta en funcionamiento, un renacer que como siempre llega tarde, aunque al menos llega esta vez.

Como marca la tradición del gobierno popular algecireño la puesta en funcionamiento de la fuente se convirtió en un espectáculo de luz y sonido. Esperemos ahora que cuando se vuelva a estropear, ya sea una pieza de cerámica o el motor del agua, no pasen tantos años, y no corra tanta tinta en los periódicos para recordar a los gobernantes que pasar por la Plaza Alta, sin su fuente a pleno rendimiento, no es plato de buen gusto.

Y ya que la cosa va de buenas intenciones y de estrechar lazos. Como los 60.000 euros invertidos por la Diputación de Cádiz para restaurar y poner en marcha la fuente, aprovechemos que el agua fluye entre las siglas de los partidos y con esa misma corriente hagamos realidad de una vez el Centro de Interpretación de Paco de Lucía. Que aunque va dando pasitos no ha cogido aún buen ritmo y aunque parezca que el Ayuntamiento de Algeciras y la Junta de Andalucía empiezan a encauzar el camino con la decisión de ceder el edificio de la Jefatura de la Policía Local han pasado ya cuatro años desde que Paco de Lucía falleció y los turistas siguen viniendo a conocer la tierra del genio.