Quería presentar una situación que en más de una ocasión, he podido comprobar que es una de las verdades del barquero. Si vosotros no habéis sufrido una circunstancia así, tirar la primera piedra.
¿Cuántas veces al salir de compras, sobre todo cuando se busca algo concreto para una cita, en la que no tenemos más remedio que solucionar una vestimenta, peluquería y puesta en escena, las bolsas vacías es la tónica habitual?
Te acercas a los distintos comercios en los que sabes que puedes encontrar lo que buscas, porque no superan la talla 46 en sus percheros. Y aún llegando a esta medida, la realidad es otra bien distinta.
¿Cabreo? ¿Hundimiento? ¿Desesperación?
Aunque, suele suceder, que antes de volver con las manos vacías, siempre hay un zapato, un bolso o unos pendientes que como decía mi gran Beliana, «me hacía mucha falta». Y es una verdad como una catedral, que además le da sentido a la mañana, la tarde o el día de compras y deja las expectativas de la jornada como momento aprovechado.
Sobre todo, porque hay una necesidad cubierta y seguidamente, tu autoestima no se queda a la altura del zapato, porque nadie pensó que una mujer por debajo de los 70, con citas laborales, personales y de amigos, puede necesitar un especial mas allá de los 50 en la edad y del 50 en el tallaje.
Se puede suprimir el incordio de la talla con una profesional o simplemente con ingenio, estilo y formas. Sin perjuicios y con ideas. Hay firmas que en relación calidad/precio, pueden darte facilidades en centros comerciales como es el caso de Elena Miró o Violet by Mango.
Ni se te ocurra buscar una XL en comercios como ZARA que a pesar de presumir de estar al lado de las «curvis», se les olvida que para ser real,no pueden usar una maniquí de la talla 34. Ya está bien de burlas innecesarias. Hay mujeres potentes con atractivo y posibilidades allende los huesos.