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Don Alberto un día…

D. Alberto Cortez

D. Alberto Cortez

Nací en el 69 coincidiendo con la muy nombrada –durante estas últimas 24 horas- «Cuando un amigo se va» de Don Alberto Cortez. Quienes amamos las coincidencias, las señales y los momentos de vida, no podemos pasar por alto detalles como estos.

http://AUDIO CADENA SER: https://play.cadenaser.com/audio/048RD010000000091982/

Y desde los años de Poker´2 hasta los maravillosos veranos de Mundo Management, Don Alberto y su trabajo empezaron marcándome. Primero, en aquellas cintas tamaño películas de video en el 124 de mi padre – acompañadas de los cantes al volante de cuando los viajes en coche no eran para llegar cuanto antes, si no para disfrutarlos en familia. Con posterioridad, las letras empezamos a analizarlas, mientras crecías rodeada de una adolescencia donde la lectura, la música, las sobremesas y las tertulias se consideraban la riqueza del día a día. Y llegó la mejor de las suertes… Don Alberto se incorporó a más de una de aquellas tertulias junto a su esposa Renée. Grandes personas, con vida de artistas, que con sus anécdotas de viajes, sus acentos en cada una de sus hablas, sus amores por los animales cercanos y su experiencia de vida… enganchaban.

Entendí la profundidad y transformación de su hueco de voz y su agarre al sentimiento al transmitir cada uno de sus temas como una conversación sonora de sobremesa. Entendí que la verdad del corazón, hay que aprender a transmitirla desde las profundidades propias porque, la técnica es fría y el alma, ardiente.

D. Alberto Cortez

Una vez le comenté cuanto me gustaba aquello de …»Quiso volar igual que las gaviotas, por el aire… libre y los demás pensaron pobre idiota, no sabe que volar es imposible…» Aquellos «demás», los que se quedaron guardando la cordura, me dejó clarito, que nunca descubrirán la realidad de un sueño, la libertad de pensamiento y la magia de los buenos amigos que llegan a ser maestros de vida.

Siempre le agradeceré Don Alberto, que en plena adolescencia insistiera cada vez que nos reunimos las familias: «Anita, vuela» . Supe y se, gracias a su delicadeza, percepción y calidad humana, que hay Castillos en el Aire y que se puede volar…, libre. Sabiendo hoy, mientras llego a la cincuentena –como el amigo que se va- qué en tierra hay, más que cuerdos, serviles.

Ahora es usted quien vuela. Alto como siempre hizo. Límpido, libre, íntegro. De profesión músico para vivir y disfrutar de casa, del mundo y de su vida. Lejos de fortunas: artista, contador de semblanzas , admirado y querido.

Los de aquí nos quedamos pensando que…

«A partir de mañana» ,

«Mi árbol y yo» , seguiremos marcando nuestro «Callejero»

Como «Me lo dijo Pérez» , el que vino encantado de lo que vio por allí,

A pesar de «Pobrecito mi patrón» y «La distancia»,

«Yo voy soñando caminos» porque «Camina siempre adelante»

La mente, la cabeza y el corazón frescos

«Como el primer día»,

Con sus «Miguitas de ternura».

Disfrutando hasta «La vejez»,

Engrasaré a menudo «Los ejes de mi carreta»

Dando «Gracias a la vida» .

«Que suerte he tenido de nacer» ,

Asimilando que «No soy de aquí» si estoy allá.

Y «El abuelo» un día me lo dejó claro,

Mientras lo suavizó susurrando…

«Te llegará una rosa»,

A pesar de las «Sombras» y de «Todas las Voces, todas».

Un vuelco de poniente en «Las Palmeras» con melancolía de lluvia,

Me permite analizar que «Cuando un amigo se va»,

En un «Rincón del alma»,

Siempre deben de quedar sus consejos, sus riquezas, su música y sus palabras…

Busca porque, hay «Castillos en el Aire»,

Que no te preocupe lo que opinen «los Demás»,

Sigue siempre adelante me decía porque, Anita…

«Ser feliz es tu color de identidad…»

Gracias Don Alberto, hasta siempre mi amigo

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