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La boca de un lobo

ANA VILLALTA 2 de febrero de 2014

Zonas como el mercado, Poniente, camino de Sobrevela o avenida de la Banqueta están a oscuras cuando cae la noche La falta de iluminación infunde inseguridad a los ciudadanos

El lenguaje coloquial nos deja la expresión «meterse en la boca del lobo» como metáfora de la falta de luz, de complicarse una situación o meterse en un lugar comprometido. La falta de iluminación en distintas zonas y barriadas de La Línea es una cuestión tan evidente que está concienciando a la ciudadanía de que los servicios públicos han bajado la calidad a pesar de que los impuestos y tasas han subido su cuantía. La pregunta es, ¿estamos en el lado oscuro?

La cuestión de la falta de iluminación está a pie de calle y no es un problema localizado, sólo hay que seguir una ruta sin predeterminar para asumir que es una cuestión bastante difundida.

No se puede justificar que se trate de flor de un día o de una zona en concreto, ya que las protestas de los linenses van desde el Junquillo hasta Santa Margarita.

El trayecto de la oscuridad comienza en los alrededores del mercado municipal, donde están las primeras calles sin luz: Isabel La Católica y Jardines. Estos viales, marcadamente céntricos, son dos claros ejemplos de la falta de iluminación. Las declaraciones de varios de los responsables de comercios ubicados en las inmediaciones de la plaza coinciden: se lamentan porque esta cuestión la plantearon hace ahora un año a la Asociación de la Pequeña y Mediana Empresa (Apymell) y ni ésta tomó cartas en el asunto ni ha habido mejora.

Los empresarios defienden que si a la falta de claridad propia del horario de invierno -que a partir de las seis ya deja las vías comerciales en penumbra- se une la ausencia de bombillas o mal funcionamiento del fluido eléctrico de la red pública, a los compradores potenciales no les apetece pasear y disfrutar del comercio local. Es una medida necesaria para que se genere movimiento en una de las franjas con mas negocios de La Línea.

recorrido continúa no muy lejos de esta zona: la oscuridad vuelve a ser un handicap en la calle Teatro. En esta vía se ubican, entre otros, un centro infantil, una academia de idiomas y un gimnasio. Estos espacios hacen que durante toda la tarde la afluencia de padres e hijos para acudir a actividades extraescolares deje otro reguero de críticas. Los tutores aseguran que prefieren acompañar a sus hijos aunque tengan edad para hacer esos cortos desplazamientos, porque afirman que cualquier día habrá «un disgusto».

Y no queda la cosa ahí. Pasando el solar del antiguo mercado de abastos y cruzando a la avenida de la Banqueta. Con el lobo hemos topado. Una vez que se supera la jefatura de Policía Local y el cuartel de la Guardia Civil, la penumbra se apodera de las aceras. Es un problema relevante porque este es un sector donde predominan las viviendas individuales y abundan arriates con arbustos que han provocado mas de un tropezón, confirman los vecinos.

Sin profundizar más por los alrededores del perímetro centro de la ciudad, los extrarradios tampoco se libran de la falta de iluminación. La cosa no mejora. El Camino de Sobrevela es un claro ejemplo de oscuridad extrema. La población que actualmente reside en Santa Margarita y Venta Melchor circula a diario por esta vía, en la que existe un carril bici y un paseo muy frecuentado por deportistas que no dudan un ápice en confirmar el haber sufrido mas de un sobresalto por el cruce de algún animal, un resbalón por guijarros o un sobresalto por una sombra que no esperaban.

La iluminación es una asignatura pendiente. Un problema para la circulación de vehículos, para el desarrollo económico y para la seguridad del viandante. Habrá que tomar nota. Las nóminas son prioridad, pero hasta 62.000 habitantes los servicios son imprescindibles en la ciudad y la luz es primordial. De momento, la oscuridad está servida. Que la fuerza nos acompañe.

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